domingo, 15 de mayo de 2011

Los detectives de la tierra

Investigadores y geólogos trabajan en la confección de una memoria que recoja todos los terremotos sufridos en España, incluso de los que no hay datos

 

 
Expertos «forenses». Investigadores y geólogos trabajan desde hace años en una nueva disciplina llamada paleosismología, que busca en las fallas geológicas las evidencias de terremotos que ocurrieron hace miles de años, de los que no existe memoria histórica ni registro documental y que pueden volver a repetirse. En Francia, la última revisión de su mapa de riesgo ha elevado de 5.000 a 21.000 los municipios incluidos en las áreas de riesgo. Desde hace tres décadas, equipos de investigadores de distintas universidades y centros de investigación escrutan en España pequeñas marcas y evidencias de antiguos terremotos y tsunamis que han quedado grabadas en el terreno y que solo son visibles para sus ojos expertos.

En Francia, donde se acaba de revisar el mapa de riesgo sísmico del país, la incorporación de datos obtenidos por esta vía y de la investigación histórica (relatos antiguos ubicados en archivos dispersos) han provocado un verdadero «tsunami» normativo. La «nouvelle» carta incluye cinco categorías de riesgo y ha elevado de 5.000 a 21.000 el número de municipios que están obligados a aplicar la norma sísmica en sus construcciones.

Miguel Ángel Rodríguez Pascua, del Instituto Geográfico y Minero de España (IGME), dirige uno de estos equipos y coordina trabajos que se realizan en Barcelona, Madrid, Granada o Alicante. «Hay grandes terremotos que no han sido registrados ni histórica ni documentalmente», sostiene.

José Manuel Martínez, del Instituto Geográfico Nacional, lo corrobora. «Los primeros sismógrafos se instalaron en España en 1898 y hasta 1920 no se puede hablar de una red. Si no hay una alusión al seísmo en un archivo, y en España se han destruido muchos, no podríamos saber si hubo terremotos en otro tiempo».

Los paleosismólogos sostienen que en la península Ibérica existen fallas activas cuyo movimiento es imperceptible incluso para los actuales instrumentos de medida. «Pueden tardar siglos en acumular la tensión necesaria para romper, de modo que nadie adopta medidas preventivas sencillamente porque no sabe que esa zona puede haber un gran terremoto», afirma Rodríguez Pascua.

La investigación de las fallas visibles, la excavación de otras, el análisis de sedimentos y el recurso a técnicas de datación como el carbono-14 ha permitido descubrir nuevas zonas de riesgo sísmico y hasta tsunamis como el sufrido en Huelva hace 2.200 años y que se suma al que sufrió la ciudad de Lisboa, en 1755, que llevó las aguas del Atlántico a las puertas de Sevilla.

Fuente: ( Ine.es )

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